Trastornos Mentales
Los trastornos mentales abarcan una amplia gama de afecciones que afectan a personas de todas las edades. Los trastornos de ansiedad, la depresión, la esquizofrenia, el trastorno de estrés postraumático (TEPT), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y los trastornos alimentarios se encuentran entre los más prevalentes.
A continuación se muestra una descripción general sintetizada de estos trastornos, sus características clave y tratamientos:
Ansiedad
Los trastornos de ansiedad se caracterizan por preocupación excesiva, miedos sociales y de desempeño, ataques de pánico inesperados o desencadenados, ansiedad anticipatoria y conductas de evitación (Szuhany, 2022). Las formas comunes incluyen:
Trastorno de ansiedad generalizada (TAG): Prevalencia a lo largo de la vida del 6,2%, que implica preocupación persistente y excesiva sobre diversos aspectos de la vida diaria.
Trastorno de ansiedad social: afecta al 13% de los individuos y se caracteriza por un miedo intenso a las situaciones sociales y a ser juzgado por los demás.
Trastorno de pánico: prevalencia de por vida del 5,2%, a menudo acompañado de episodios repentinos e intensos de miedo y síntomas físicos como palpitaciones y dificultad para respirar.
Los tratamientos eficaces incluyen psicoterapia (p. ej., terapia cognitivo-conductual) y medicamentos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN). Las herramientas de detección breves, como el Trastorno de Ansiedad Generalizada-7 (GAD-7), pueden ayudar en el diagnóstico (Szuhany, 2022).
Depresión
La depresión es una crisis de salud global que afecta aproximadamente a 350 millones de personas en todo el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2014).
Es la principal causa de discapacidad a nivel mundial y contribuye a los años perdidos por discapacidad y, en casos graves, a la mortalidad. Los síntomas incluyen tristeza persistente, pérdida de interés en las actividades y cambios físicos como alteraciones del sueño (Smith, 2014).
Las barreras al tratamiento incluyen el estigma, la falta de terapias efectivas y recursos de salud mental inadecuados.
Casi la mitad de la población mundial vive en regiones con menos de dos psiquiatras por cada 100.000 personas (Smith, 2014).
Los tratamientos combinan psicoterapia y enfoques farmacológicos, siendo primordiales los esfuerzos para mejorar el acceso global y reducir el estigma.
Esquizofrenia
La esquizofrenia afecta aproximadamente al 1% de la población mundial y es igualmente prevalente entre hombres y mujeres, aunque el inicio suele ser más tardío en las mujeres (Schultz, 2007). Los síntomas se clasifican en:
Síntomas positivos: alucinaciones, delirios y pensamiento desorganizado.
Síntomas negativos: afecto aplanado, retraimiento social y motivación disminuida.
La condición trastorna la vida de los pacientes y sus familias. Los factores ambientales, como la adversidad temprana y la educación urbana, contribuyen a su aparición (Van Os, 2010). Los tratamientos incluyen medicamentos antipsicóticos, que pueden tener efectos secundarios, e intervenciones psicosociales que apoyan a los pacientes y sus familias. La detección temprana y un enfoque multidisciplinario mejoran los resultados (Schultz, 2007; Van Os, 2010).
Trastorno de estrés postraumático (TEPT)
El trastorno de estrés postraumático afecta entre el 5% y el 10% de la población y es dos veces más común en mujeres que en hombres.
Se desarrolla después de la exposición a eventos traumáticos e involucra síntomas como recuerdos intrusivos, conductas de evitación y mayor excitación (Yehuda, 2015). Los factores biológicos y psicosociales influyen en la gravedad y la cronicidad de los síntomas (Yehuda, 2015)
El trastorno de estrés postraumático afecta los circuitos cerebrales, la neuroquímica y la función endocrina. El tratamiento incluye una combinación de psicoterapia, particularmente enfoques centrados en el trauma, y medicamentos. Las investigaciones emergentes enfatizan los factores de resiliencia, como el apoyo social y la intervención temprana, para mitigar el impacto del PTSD (Yehuda, 2015).
Trastorno obsesivo-compulsivo (TOC)
El TOC es una enfermedad crónica caracterizada por pensamientos intrusivos (obsesiones) y conductas repetitivas (compulsiones). El TOC, de prevalencia mundial, se asocia con una discapacidad significativa y, a menudo, no se diagnostica ni se trata lo suficiente (Stein, 2019).
Los avances en la comprensión del TOC incluyen la identificación de circuitos cerebrales involucrados en el trastorno y factores genéticos (Stein, 2019). Los tratamientos eficaces incluyen inhibidores de la recaptación de serotonina (ISR) y terapia cognitivo-conductual.
Para casos graves, hay opciones neuroquirúrgicas disponibles. La investigación continúa en neurociencia y salud mental global tiene como objetivo mejorar los resultados para las personas con TOC (Stein, 2019).
Trastornos de la alimentación
Los trastornos alimentarios, incluidos la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno por atracón, implican conductas alimentarias anormales que afectan negativamente la salud física y mental. Los factores que contribuyen incluyen (Walsh, 1998):
Vulnerabilidades heredadas: predisposiciones genéticas
Presiones culturales: énfasis social en la apariencia
Experiencias Adversas: Trauma familiar e individual
Estos trastornos son difíciles de tratar debido a su naturaleza crónica y sus efectos fisiológicos, que pueden perpetuar la enfermedad. El tratamiento eficaz implica psicoterapia, asesoramiento nutricional y seguimiento médico (Walsh, 1998). Las investigaciones en curso buscan abordar las brechas de tratamiento y mejorar los resultados para las personas con trastornos alimentarios.