Dolor
Las historias de amor que vemos una y otra vez en las películas son tan comunes y clichés que pensamos: Eso a mí nunca me va pasar…Hasta que te sucede. Criticamos y nos burlamos de los demás cuando nos enteramos de que uno en la pareja es infiel. Cuando nos toca a nosotras sufrimos, lloramos y nos preguntamos por qué nos pasan tantas cosas malas, obviando, las cosas buenas de nuestra vida.
Desde los 14 años me he encontrado en ciclos de ¨amor¨ tóxico, en los que las pausas eran más frecuentes que los momentos juntos y el dolor parecía ser necesario para la sobrevivencia de la relación; no puedo dejar de preguntarme ¿Por qué estoy desesperada por no perder a una pareja que incluso me pierdo a mí misma en el intento de conservar algo que no trae más que dolor? ¿Acaso es ese el concepto que tengo de amor? ¿Sin dolor no hay amor?
Comprendí que los hombres en mi vida eran los culpables, pero también lo era yo; yo era quién me ataba en cada relación al dolor innecesario, a la subestimación y a la exposición de mis sentimientos y emociones.
A mis 29 años he sufrido pérdidas. Perdí a mi papá, perdí a mi mamá, perdí mi salud, perdí mis sueños y la fe. Perdí la inocencia que me fue arrebatada sin mi consentimiento por un hombre que mientras entraba en mí, tapaba mi boca para que no gritara en una universidad en la que hubiera dado igual si gritara o no, pues todos parecían estar ciegos y sordos cuando se trataba de proteger a sus estudiantes.
Perdonar a quiénes me lastimaron es difícil y aceptar que soy una sobreviviente de abuso sexual es más difícil aún. No hubo nadie ahí que me salvara, me estoy salvando yo solita. Soy más fuerte y capaz de lo que los demás creen.
Estoy cansada de vivir mi vida culpándome y no reconociendo el gran esfuerzo que hice para salir del agujero en el que me dejaron. A pesar de todo, hoy creo que soy una persona afortunada de estar rodeada de una familia que me ama; sé que mientras esté segura de lo que soy capaz de lograr, pues ya he logrado mucho antes, nada ni nadie podrán detenerme porque ningún dolor es más fuerte que mi valentía, mi fuerza y el amor que siento por mí misma. Las situaciones de cierre de ciclo solo me dan el poder y la fuerza de seguir adelante, de reencontrar mi norte y de no detenerme hasta lograr lo que me he propuesto, como siempre lo he hecho… Hoy tengo más que agradecer
que de lo que quejarme. Sé que aún no he sanado y no estoy donde quiero, pero tampoco donde me dejaron, y eso para mí ya es un motivo suficiente para estar feliz.
Escritora: Anónima
Editora: Sabrina Sutfin (lateoria_de_psicologia)